Se llamó “fordismo” a la manera de organizar la producción industrial que introdujo Henry Ford desde los años 30. Esta consistía en una gran cadena de mecanismos de producción y ensamblaje en una gran fábrica que requería, además, de una enorme burocracia administrativa e inmensos galpones de almacenaje.
De esto poco o nada queda hoy en día. Desde los años 70, en lo que ha sido llamado “toyotismo” o “posfordismo”, las grandes cadenas productivas se han “desarmado” y se han repartido, literalmente, por todo el mundo en módulos productivos locales, altamente interconectados, en donde la comunicación en tiempo real ha hecho innecesaria la burocracia administrativa, la producción se organiza estrictamente en torno a la demanda y la actualización tecnológica es rápida y eficiente. Es por esto que cualquier aparato electrónico que compres está hecho por diferentes piezas fabricadas en muchos lados distintos. Y es por eso también, que es posible comprar todo tipo de productos prácticamente sin intermediarios, directamente a los productores.
Si algo muestra la masificación de la impresión 3D, es el modelo del toyotismo llevado a su máximo extremo, la producción ya no es solo posible en industrias modulares, si no que ahora puedes producir directamente en tu hogar: el producto se construye en el lugar mismo donde se consumirá.
La relevancia de esta situación para los sectores productivos es crucial, porque los modelos productivos están cambiando radicalmente y se están acercando estrepitosamente a la mediana y pequeña industria, tal como aseguró Ramón Pastor vicepresidente del área de impresión en 3D de HP: “Las fábricas que conocemos nunca volverán. Las que vienen son más pequeñas, más ágiles, más rápidas. Y es aquí donde la impresión 3D jugará un papel clave” (El Periódico, 19 de julio de 2016). Pero con esto cambiarán también -y rápidamente- los perfiles profesionales y las habilidades laborales, las necesidades y modelos educativos, etc.
¿Su perro se comió la pata de sus lentes? ¿se rompió la perilla plástica irreemplazable de su tocadiscos? ¿necesita un repuesto caro para su lavadora? Los usos de ésta tecnología creada a principios de los 80’s por Chuck Hull han resultado ser simplemente infinitos, pero no sólo para fines caseros como lo han demostrado los prolíficos usos profesionales, que van desde la creación de órganos humanos para uso médico hasta la fabricación de las zapatillas olímpicas, como las que usaron los competidores en los pasados juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Digamos, por ejemplo, que quiero fabricar un instrumento customizado que grabe imágenes cuando detecte humo, ya sea para uso profesional o aficionado. Mi dispositivo estará compuesto por una placa Arduino, un sensor de monóxido de carbono, una cámara de video, una grabadora de sonido y un GPS, todo se compra al fabricante en China, se ensambla, se programa y ahora solo falta el último detalle: una carcasa plástica diseñada en AutoCAD y creado con impresión 3D de gama media, todo hecho en casa y a medida.
Una pieza ósea para uso forense o en ortodoncia, prototipos para diseño o maquetas para arquitectura, un proyecto para los colegios del futuro, la imaginación es el único límite.
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